La
deriva génica es una fuerza que afecta al proceso evolutivo, pero
diferenciado de la selección natural. Este fenómeno consiste en la pérdida de diversidad genética dentro de una población de forma azarosa,
alterando la frecuencia de las características que aparecen en los individuos
de un mismo grupo. Generalmente, actúa sobre las características menos
frecuentes provocando que los caracteres frecuentes aparezcan siempre en todos
los individuos. Esto provocaría una disminución de la diversidad en la
población.
El
efecto de la deriva génica es mucho más intenso en poblaciones pequeñas que en
otras más grandes; y ocurre habitualmente cuando se dan situaciones de efecto fundador o cuello de botella.
Efecto fundador
Si
de una población grande se separan algunos individuos que van a crear una nueva
población, la nueva comunidad solo tendrá la información genética de los
individuos que la han fundado, por lo que su diversidad genética será
muy baja.
Esto
crea un riesgo, ya que si hay una característica negativa, se mantendrá en esa
nueva población y habrá una alta probabilidad de que los individuos de esa
población la expresen.
Efecto
fundador
Un
ejemplo claro del efecto fundador puede verse en algunas poblaciones humanas.
Por ejemplo, los Amish son miembros de una orden que emigro de Alemania y Suiza
a Estados Unidos y formaron una colonia de pocos individuos que presentan un
alto porcentaje de consanguinidad, es decir, tienen descendencia entre
familiares, y que permanecen aislados del resto de humanos.
Los
individuos de esta colonia presentan un alto porcentaje de una rara enfermedad
en la que se combinan enanismo y polidactilía, esta enfermedad es común en esta
población, pero muy rara en el resto del mundo.
Cuello de botella
El
efecto cuello de botella es otro fenómeno que puede fomentar la existencia de
deriva génica. Este efecto consiste en la disminución drástica de una población
por efectos distintos a la selección natural. Al quedar un bajo número de
individuos, cualquier característica rara que presenten los supervivientes se
expresara mucho en las siguientes generaciones; e igualmente se disminuye la
diversidad.
La
selección natural es uno de los fenómenos que provoca la evolución y la
aparición de nuevas especies. Este proceso que ocurre de forma natural también
puede ser algo forzado por el ser humano. A este fenómeno se le conoce como selección artificial,
y los seres humanos llevamos mucho tiempo practicándola de forma consciente e
inconsciente con la selección y cruces de distintos individuos en prácticas agrícolas
y ganaderas.
En
la selección artificial, somos los humanos los que decidimos las
características que nos resultan beneficiosas y fomentamos su expresión en las
siguientes generaciones, mientras que eliminamos las características que no nos
son útiles. Actualmente, la selección artificial se utiliza como técnica de
control reproductivo para seleccionar las características de animales
domésticos o de plantas cultivadas.
En
función de nuestras preferencias, dirigimos el proceso evolutivo ya sea de
forma consciente porque determinamos que individuos son los que queremos que se
reproduzcan, o inconsciente, ya que en muchas ocasiones hacemos que plantas o
animales domésticos se crucen entre sí sin tener el objetivo de obtener nuevas
generaciones con las mismas características.
Vacas
de ganadería seleccionadas por selección artificial
El
ejemplo más cercano de seleccion artificial por parte del ser humano se puede
observar en las razas de perro que conocemos actualmente. El perro (Canis
lupus subsp. familiaris) no es más que una subespecie del lobo (Canis
lupus) que ha evolucionado por el proceso de selección artificial debido a
la domesticación por parte del hombre. El perro es posiblemente el primer
animal domesticado por el hombre y, a lo largo de diez mil años de
domesticación, hemos llegado a crear hasta 800 razas diferentes, todas ellas a
partir de la selección artificial.
La
selección artificial, sin embargo, tiene un riesgo, más aun en el caso de las
razas de perro. La moda de poseer perros de raza pura hace que los cruces se
realicen siempre entre individuos de la misma raza con lo que estamos
provocando una deriva génica de forma artificial en la que disminuye la
diversidad genética y, por ende, aumentamos el riesgo de que los perros que
nacen tengan enfermedades hereditarias por la presencia de genes defectuosos.
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