Los
caficultores formaron una élite basada en la riqueza y el poder político,
crearon organizaciones que protegieron sus intereses, controlaron el crédito
bancario y los sistemas comerciales. La fortuna de algunos de los finqueros tenía
su origen en el añil, otros eran inmigrantes que habían llegado al país con la
expansión cafetalera y en poco tiempo diversificaron su capital invirtiéndolo
en artesanías y comercio, además tenían capacidad para otorgar préstamos al
Estado.
Los
pequeños y medianos productores de café solicitaban al Gobierno o al grupo
cafetalero cambios en el sistema de financiamiento del café. Lucharon por la
creación de un banco del Estado que les prestara dinero a una tasa de interés
mucho más baja que la de los usureros.
En
1934, el Presidente de la República, general Maximiliano Hernández Martínez
fundó el Banco Hipotecario para responder a sus requerimientos. Esta élite manipuló los procesos de cambio político para mantener la estabilidad y el orden
económico, en pocas décadas convirtieron al país en el principal exportador de
la región, a pesar de haber empezado su producción cafetalera posteriormente a
los otros países del área.
Para
esta elite, la ciudad capital se convirtió en el lugar ideal para comerciar, como
asiento de las principales instancias de gobierno y en espacio selecto para la
sociabilidad y el enriquecimiento espiritual. Los grupos sociales que antes
cohabitaban dentro de un mismo espacio urbano sufrieron una creciente
segregación, según la clase.
La
zona de Santa Ana se benefició del cultivo del café. Su élite, al igual que las
de todo el país, imitó la cultura europea. Una muestra de ello es su teatro. El
gobierno, en 1889, creó la Junta de Fomento de Santa Ana que inició sus actividades
para la construcción de un teatro. En 1890, se convocó a un concurso para la
elaboración de los planos. La construcción se inició en 1902 y concluyó en 1910
e inició sus funciones hasta 1933. Se decoró con esculturas y pinturas de
artistas italianos, los pisos y herrería se importaron de Austria, Bélgica e
Italia. Para su inauguración se contrató a la compañía de opera italiana
Sinibaldi que representó la ópera Rigoletto.
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