La mitología griega, que surge de la
tradición oral, fue compendiada durante el siglo VIII a. C.
La puesta por escrito de estas historias tiene en
Homero a su principal exponente, a través de sus obras La Ilíada y La Odisea.
Ambas epopeyas narran hechos
fantásticos de héroes, humanos, semidioses y dioses, que
reflejaban cómo el mundo y la vida estaban configurados por
arquetipos del mundo divino.
En las epopeyas de Homero se puede
ver cómo se relacionaban los dioses y los seres humanos. Esta
relación era de dependencia, pues los dioses disponían
del destino y suerte
de los humanos, como también explicaban
el origen de los fenómenos naturales (lluvia, relámpago,
fuego, etc.), de los sentimientos y cualidades humanas
(sabiduría, ira, habilidad
técnica), etc.
Así, los mitos
expresados en los poemas obedecían también
a una necesidad de comprensión de la realidad.
Es importante destacar que la mitología griega, como politeísta que era, explicaba,
entonces, la realidad desde múltiples
principios, y no desde un principio único y universal que satisficiera a la razón.
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