Esta técnica se basa en la observación de las células y los tejidos
por medio del microscopio óptico. Este instrumento, ideado en el siglo XVII, abrió
el camino de la investigación celular gracias a los estudios realizados por Robert
Hooke y otros contemporáneos suyos. Hoy en día, aun continua siendo muy útil,
tanto en la investigación como en otros campos (microbiología, medicina...).
El microscopio óptico se basa en la capacidad de la luz para
atravesar superficies muy finas. Contiene varias lentes que proporcionan un
aumento de hasta 1500 veces y un poder de resolución de 0,2 m. Es preciso
llevar a cabo una serie de operaciones sobre el material que se quiere
observar, para obtener una preparación; es decir, una muestra tratada para conseguir el máximo
rendimiento del microscopio. Elaboración de preparaciones En la mayor parte de los casos,
procedemos del modo siguiente:
• Fijación: Esta operación estabiliza los componentes celulares, con el
objetivo
de que su aspecto sea tan parecido como sea posible al del tejido
vivo. Empleamos formaldehido, ácido acético y alcohol etílico.
• Deshidratación: El agua es un componente muy abundante
en la mayoría de los
Tejidos y conviene eliminarla de la muestra para facilitar las
operaciones posteriores. Para ello, sumergimos la muestra en diversos baños de
alcohol de graduación creciente hasta llegar al alcohol absoluto, que produce
una deshidratación total.
• Inclusión: Los tejidos son, mayoritariamente, blandos y frágiles, por lo
que resulta muy difícil hacer cortes finos sin estropear el material. Para
evitar este problema, añadimos a la muestra una sustancia liquida que se
interpone entre los componentes del tejido y que, después, se solidifica. Esta sustancia
es, habitualmente, la parafina.
• Corte: Cortamos la muestra incluida en parafina
y solidificada en láminas muy finas con el micrótomo. Obtenemos cortes de 1 a 25 μm de espesor que permiten el paso de
la luz.
Existen distintos diseños de micrótomo. En los modelos más
sencillos, el corte se hace a mano con una cuchilla muy afilada. En otros casos,
los micrótomos incorporan automatismos y son más precisos.
• Montaje: Colocamos los cortes sobre un
portaobjetos y cubrimos con xileno (o xilol), para eliminar
el material de la inclusión y dejar la muestra lista para la acción de los
colorantes.
• Tinción: Las células, en su estado natural, son
transparentes e incoloras y resultan, por lo tanto, casi invisibles; por ello,
requerimos la aplicación de colorantes. Los colorantes presentan especificidad
para unas sustancias concretas. De este modo, tuvimos compartimentos celulares
en los que predomina en su mayoría una determinada sustancia. La utilización de
diversos tipos de colorantes sobre una célula permite distinguir distintos
componentes celulares.
Una de las técnicas de tinción más usada es la aplicación de hematoxilina y eosina (H-E). La eosina tiene carácter ácido y, por afinidad química, tiñe de color rosado
las zonas de la célula en las que predomina el pH básico, fundamentalmente el citoplasma.
La hematoxilina es de carácter básico y tiñe de color azulado los componentes
ácidos de la célula. Por ello, es útil para destacar zonas, como el núcleo y
algunas regiones citoplasmáticas, debido a su contenido en ácidos nucleicos. Después
de aplicar los colorantes, lavamos el exceso y colocamos un cubreobjetos sobre la
muestra.
• Conservación: En el caso de
las preparaciones que queremos conservar, sellamos el cubreobjetos con sustancias,
como el bálsamo del Canadá, que evitan la entrada de aire y la putrefacción de
la muestra. Otra técnica habitual en microscopia óptica es el frotis, que
llevamos a cabo con sustancias liquidas o semilíquidas, como la sangre, que extendemos
sobre un portaobjetos formando una capa fina. A continuación, realizamos los
procesos de fijación, deshidratación y tención, y podemos observar la
preparación sin necesidad de cubreobjetos.
El
micrótomo de rotación puede
Hacer
cortes de 1 a 25 μm de espesor.
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