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2017/02/10

MARTIN FIERRO 'EL GAUCHO'

  Unknown       2017/02/10

La historia de Martin Fierro se compone de dos partes. Este título es la primera y para los que se interesen por esta historia el título de la segunda parte es: La vuelta de Martin Fierro. La historia de Martin Fierro de componer de dos libros o partes. Este título es la primera y para los que se interesen por esta historia el título de la segunda parte es: La vuelta de Martin Fierro

Fierro al ser trascendente y telúrico con vocación de eternidad. Un gaucho dotado de virtudes sociales: el respeto por la vida ajena, el concepto de vida familiar y de la amistad, el respeto a la autoridad y a los mayores, el reclamo para el hombre de instituciones básicas (escuela, familia, religión, etc.) el respeto a la propiedad ajena, el trabajo como forma de realización personal.

En el Canto XXXII de la segunda parte del libro, "La vuelta de Martín Fierro", el gaucho le da consejos a sus hijos. He aquí algunas de las estrofas:


Un padre que da consejos,
más que padre es un amigo;
ansí como tal les digo
que vivan con precaución:
naides sabe en qué rincón
se oculta el que es su enemigo

Hay hombres que de su cencia
tienen la cabeza llena;
hay sabios de todas menas,
más digo, sin ser muy ducho:
es mejor que aprender mucho,
el aprender cosas buenas.

Su esperanza no la cifren
nunca en corazón alguno;
en el mayor infortunio
pongan su confianza en Dios,
de los hombres, sólo en uno,
con gran precaución , en dos.

Debe trabajar el hombre
para ganarse su pan;
pues la miseria en su afán
de perseguir de mil modos
llama en la puerta de todos
y entra en la del haragán.

Los hermanos sean unidos
porque esa es la ley primera;
tengan unión verdadera
en cualquier tiempo que sea,
porque si entre ellos pelean
los devoran los de afuera.

Ave de pico encorvado
le tiene al robo afición;
pero el hombre de razón
no roba jamás un cobre,
pues no es vergüenza ser pobre
y es vergüenza ser ladrón





EL GAUCHO MARTIN FIERRO.
(Poema de 
José Hernández )


Capitulo 1:

Aquí me pongo a cantar
Al compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estrordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.

Pido a los santos del cielo
que ayuden mi pensamiento:
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia
me refresquen la memoria
y aclaren mi entendimiento.

Vengan santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en una ocasión tan ruda.

Yo he visto muchos cantores,
con famas bien otenidas
y que despues de alquiridas
no las quieren sustentar:
parece que sin largar
se cansaron en partidas.

Mas ande otro criollo pasa
Martin Fierro ha de pasar;
nada lo hace recular
ni las fantasmas lo espantan,
y dende que todos cantan
yo tambien quiero cantar.

Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar
y cantando he de llegar
al pie del eterno Padre;
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar.

Que no se trabe mi lengua
ni me falte la palabra;
el cantar mi gloria labra
y, poniéndomé a cantar,
cantando me han de encontrar
aunque la tierra se abra.

Me siento en el plan de un bajo
a cantar un argumento;
como si soplara el viento
hago tiritar los pastos.
Con oros, copas y bastos
juega alli mi pensamiento.

Yo no soy cantor letrao
mas si me pongo a cantar
no tengo cuándo acabar
y me envejezco cantando:
las coplas me van brotando
como agua de manantial.

Con la guitarra en la mano
ni las moscas se me arriman;
naides me pone el pie encima,
y, cuando el pecho se entona,
hago gemir a la prima
y llorar a la bordona.
Yo soy toro en mi rodeo
y torazo en rodeo ajeno;
siempre me tuve por güeno
y si me quieren probar,
salgan otros a cantar
y veremos quién es menos.

No me hago al lao de la güeya
aunque vengan degollando;
con los blandos yo soy blando
y soy duro con los duros,
y ninguno en un apuro
me ha visto andar tutubiando.

En el peligro !qué Cristos!
el corazón se me enancha,
pues toda la tierra es cancha,
y de eso naides se asombre;
el que se tiene por hombre
ande quiera hace pata ancha.

Soy gaucho, y entiéndaló
como mi lengua lo esplica:
para mi la tierra es chica
y pudiera ser mayor;
ni la víbora me pica
ni quema mi frente el sol.

Nací como nace el peje
en el fondo de la mar;
naides me puede quitar
aquello que Dios me dio:
lo que al mundo truje yo
del mundo lo he de llevar.
Mi gloria es vivir tan libre
como el pájaro del cielo;
no hago nido en este suelo
ande hay tanto que sufrir,
y naides me ha de seguir
cuando yo remuento el vuelo.

Yo no tengo en el amor
quien me venga con querellas;
como esas aves tan bellas
que saltan de rama en rama,
yo hago en el trébol mi cama,
y me cubren las estrellas.

Y sepan cuantos escuchan
de mis penas el relato
que nunca peleo ni mato
sino por necesidá
y que a tanta alversidá
sólo me arrojó el mal trato.

Y atiendan la relación
que hace un gaucho perseguido,
que padre y marido ha sido
empeñoso y diligente,
y sin embargo la gente
lo tiene por un bandido.



LA VUELTA DE MARTÍN FIERRO (Parte II)

La Vuelta de Martin Fierro
Capitulo 1:

Atención pido al silencio
Y silencio a la atención,
Que voy en esta ocasión,
Si me ayuda la memoria,
A mostrarles que a mi historia
Le faltaba lo mejor.

Viene uno como dormido
Cuando vuelve del desierto;
Veré si a esplicarme acierto
Entre gente tan bizzarra
Y si al sentir la guitarra
De mi sueño me despierto.

Siento que mi pecho tiembla,
Que se turba mi razón,
Y de la viguela al son
Imploro a la alma de un sabio
Que venga a mover mi labio
Y alentar mi corazón

Si no llego a treinta y una
De fijo en treinta me planto,
Y esta confianza adelanto
Porque recibí en mi mismo,
Con el agua del bautismo,
La facultá para el canto.

Tanto el pobre como el rico
La razón me la han de dar;
Y si llegan a escuchar
Lo que esplicaré a mi modo,
Digo que no han de rair todos:
Algunos han de llorar.

Mucho tiene que contar
El que tuvo que sufrir,
Y empezaré por pedir
No duden de cuanto digo;
Pues debe creerse al testigo
Si no pagan por mentir.

Gracias le doy a la virgen,
Gracias le doy al señor,
Porque entre tanto rigor
Y habiendo perdido tanto,
No perdí mi amor al canto
Ni mi voz como cantor.

Que cante todo viviente
Otorgó el Eterno Padre;
Cante todo el que le cuadre
Como lo hacemos los dos
Pues sólo no tiene voz
El ser que no tiene sangre.

Canta el pueblero... y es pueta;
Canta el gaucho... y, !ay Jesús!,
Lo miran como avestruz,
Su inorancia los asombra;
Mas siempre sirven las sombras
Para distinguir la luz.

El campo es del inorante,
El pueblo del hombre estruido;
Yo que en el campo he nacido
Digo que mis cantos son
Para los unos... sonidos,
Y para otros... intención.

Yo he conocido cantores
Que era un gusto el escuchar;
Mas no quieren opinar
Y se divierten cantando;
Pero yo canto opinando,
Que es mi modo de cantar.

El que va por esta senda
Cuanto sabe desembucha,
Y aunque mi cencia no es mucha,
Esto en mi favor previene;
Yo se el corazón que tiene
El que con gusto me escucha.

Lo que pinta este pincel
Ni el tiempo lo ha de borrar;
Ninguno se ha de animar
A corregirme la plana;
No pinta quien tiene gana
Sino quien sabe pintar.

Y no piensen los oyentes
Que del saber hago alarde;
He conocido aunque tarde,
Sin haberme arrepentido,
Que es pecado cometido
El decir ciertas verdades.

Pero voy en mi camino
Y nada me ladiará;
He de decir la verdá;
De naides soy adulón;
Aqui no hay imitación;
Esta es pura realidá.

Y el que me quiera enmendar
Mucho tiene que saber;
Tiene mucho que aprender
El que me sepa escuchar;
Tiene mucho que rumiar
El que me quiera entender.

Más que yo y cuantos me oigan,
Más que las cosas que tratan,
Más que los que ellos relatan,
Mis cantos han de durar;
Mucho ha habido que mascar
Para echar esta bravata.

Brotan quejas de mi pecho,
Brota un lamento sentido;
Y es tanto lo que he sufrido
Y males de tal tamaño
Que reto a todos los años
A que traigan el olvido.

Ya verán si me despierto
Cómo se compone el baile;
Y no se sorprenda naides
Si mayor fuego me anima;
Porque quiero alzar la prima
Como pa tocar al aire.

Y con la cuerda tirante
Dende que ese tono elija,
Yo no he de aflojar manija
Mientras que la voz no pierda,
Si no se corta la cuerda
O no cede la clavija.

Aunque rompí el estrumento
Por no volverme a tentar,
Tengo tanto que contar
Y cosas de tal calibre,
Que Dios quiera que se libre
El que me enseñó a templar

De naides sigo el ejemplo,
Naides a dirigirme viene;
Yo digo cuanto conviene,
Y el que en tal güeya se planta,
debe cantar, cuando canta,
Con toda la voz que tiene

He visto rodar la bola
Y no se quiere parar;
Al fin de tanto rodar
Me he decidido a venir
A ver si puedo vivir
Y me dejan trabajar.

Sé dirigir la mansera
Y tambien echar un pial;
Sé correr en un rodeo,
Trabajar en un corral;
Me se sentar en un pértigo
Lo mesmo que en un bagual

Y enpriéstenmé su atención
Si ansí me quieren honrar
De no, tendré que callar,
Pues el pájaro cantor
Jamás se para de cantar
En árbol que no da flor

Hay trapitos que golpiar
Y de aquí no me levanto;
Si quieren que desembuche:
Tengo que decirles tanto
Que les mando que me escuchen.

Déjenmé tomar un trago:
Estas son otras cuarenta
Mi garganta esta sedienta,
Y de esto no me abochorno,
Pues el viejo, como el horno,
Por la boca se calienta












LA IDA
Cap. 1
Martin Fierro decide contar su historia, pidiéndole a Dios y a los santos que lo ayudaran a refrescar su memoria y aclaren su entendimiento. El decía que no era cantor letrado, que si se ponía a cantar no iba a terminar, que hacia gemir a la prima y llorar a la bordona. Contaba que era un gaucho libre y que  tenía mucha experiencia en la vida, y que nada enseñaba tanto como el sufrir y el llorar. 

Cap. 2
Fierro va narrando su vida feliz como gaucho, pero después comenzaron las desgracias. Habla que tenía hijos, vivienda y mujer; y comienza a detallar los trabajos propios de un gaucho. Vivian escapándose de las autoridades, pues esta se llevaba a los gauchos y los maltrataban sin que estos pudieran defenderse. Luego los mandaban a la frontera o los mechaban a un batallón. Y de esta manera empezaron sus males. 

Cap. 3
cierto día se encontraba en una pulpería cantando, y el Juez de Paz realizo una arriada en montón. Algunos lograron escapar, pero él no porque era manso y no había el por qué huir. Pero el juez lo odiaba a Fierro, pues este en las últimas elecciones no había ido a votar y el juez lo considero de la oposición, y lo mando a la frontera. Allí al principio no hacían nada, pero después los empezaron a tratar como malevos y los obligaron a hacer trabajos duros. Los indios entraban cuando querían, a su territorio, pero no los perseguían. Entonces les dieron armas, pero eran lanzas y otras armas primitivas, pues para las armas de fuego no tenían municiones. Una vez, los atacaron por sorpresa al salir de un malón, y un indio se le vino encima a Fierro con una lanza, pero este le tiro sus boleadoras bajándolo del caballo y matándolo. Luego se subió al caballo y se escapó al fuerte. 

Cap. 4
Esperaron que llegara el sueldo pero no venía, y la miseria los acosaba. No tenían nada de ropa, pero a él le quedaba solo una manta de abrigo que se la saco al Comandante. Paso un año y las cosas seguían igual. Luego dieron algo de dinero, pero a él no lo llamaron a cobrar por que "no estaba" en la lista. Se disgustó Fierro, pero de esto se enteró el comandante y llamo al Cabo y al Sargento, quienes después le dieron un castigo. 

Cap. 5
Fierro esperaba una ocasión en que los indios entraran y hacerse el cimarrón (salvaje) y volverse para su pago. Creía que si se quedaba iba a morir. Una noche un gringo borracho no lo reconoció y le disparo a Martin Fierro, pero no le pego porque estaba mamado. Por el ruido salieron los oficiales y lo atraparon a Fierro y lo tiraron al suelo. En eso vino el Mayor y le empezó a gritar. Luego lo ataron de las manos y de las piernas; y toda la noche Fierro le estuvo haciendo maldiciones al gringo. 

Cap. 6
Se reunió una militada para una expedición que iban a hacer sin carretas ni caballos, para golpear a los indios en sus mismas tolderías, y que vendría con ellos un ministro llamado Don Ganza que iba a reunir el ejército y que tenía cañones. Fierro explica que él nunca fue un gaucho dominado, que nunca se ha acobardadado. Un día que estaban reunido el Jefe y el Juez de Paz, Fierro agarro un caballo y se escapó. Volvió a su pago al cabo de tres años convertido en desertor. Cuando fue para su rancho no encontró ni el rastro de este. Después le conto un vecino que sus hijos trabajaron como peones y su mujer se fue con no sabe que gavilán, pues el campo se lo pidieron y la hacienda la vendieron para pagar arrendamientos. Fierro piensa que sus hijos están sufriendo mucho, y decide hacerse gaucho matrero.

Cap. 7
Luego Fierro comenzó a ser perseguido porque pensaban que era un vago, lo que se vio obligado a huir constantemente. Además él no tenía ni mujer, ni rancho, ni dinero, ni hijos. Un día se enteró que había un baile por allí y se encontró con muchos amigos que se alegraron al verlo. Al ver llegar una morena la ofendió. El que la acompañaba había estado juntando rabia, y luego de otra ofensa de Fierro, el moreno se le vino encima pero el gaucho le pego con un porrón de ginebra. Luego el negro lo atropello y le tiro dos cuchillazos que le logro esquivar; pero Fierro le devolvió el ataque y lo hirió. Volvió a venirse furioso, el moreno, encima de Fierro pero este lo hirió nuevamente matándolo. 

Cap. 8
Otro día, en un boliche, entro un gaucho guapo y peleador; y lo provoco a Martin Fierro. Este le respondió y comenzaron a luchar, pero Fierro lo mata de un revés con el cuchillo y se retira del lugar.

Cap. 9
Fierro se la pasaba siempre sobre el rancho estaba para vigilar que la policía no lo agarre, y de noche buscaba una guarida para que no lo atrapen. Un día, se hallaba contemplando las estrellas y escucho ruido de caballos que se aproximaban. Era la policía que lo había venido a buscar por sus crímenes. Pero Fierro no quería entregarse y tuvieron que luchar. Un policía le disparo, pero erro el tiro, y el gaucho aprovecho y lo hirió a otro que estaba acomodando las boleadoras. Otros dos se le vinieron encima, pero con taconazos los mató. Luego un policía lo venía a atacar, pero Fierro le echo tierra a los ojos y le clavo el facón. En eso uno de los policías, llamado Cruz, les dijo a los otros que no era justo que le den muerte así a un valiente y se pasó al lado del gaucho, con lo que la pelea se emparejo, y al venírsele dos encima los mato. Al ver esto, el resto de la policía escapo. Después se dirigieron a un rancho y se pusieron a beber.

Cap. 10
Cruz le empieza a contar su historia: habla del gaucho, y de su mujer; y le explica como conoció al Comandante. Este lo tenía de lado a lado y no le pagaba nada. A veces lo mandaba a hacer viajes largos. Pero en una ocasión, entro a su rancho y lo encontró abrazando a su china. Este, por el temor, saco su espada y se le vino encima a Cruz. Le tiro un espadazo, pero el ágil gaucho lo esquivo y golpeo al Comandante. Pero en eso entro un hombre del comandante, y le disparo pero no acertó, y Cruz se le acerco y lo mato de un taconazo. Luego agarro sus ponchos y sus prendas y se fue para siempre del rancho.

Cap. 11
Luego supo Cruz que había una milonga por la zona y allí fue. Se puso a bailar, pero el guitarrero lo ofende con una payada y Cruz de un taconazo le corta todas las cuerdas de la guitarra. Un gringo con fusil acudió en defensa del cantor entonces Cruz se vio obligado a salir. De adentro de la pulpería salió el guitarrero y se puso a pelear con Cruz, pero este con un corte lo dejo en el piso. Monto su bagual y se largó a los campos.

Cap. 12
Un día lo llamo el juez a Cruz y le propuso que se hiciera soldado de policía. Así obtuvo el cargo de sargento, pero como a el no le gustaba andar con el revolver en la cintura y por haber prestado ayuda a Fierro que no lo iba abandonar, decide dejar la policía y seguir como matrero.

Cap. 13
Luego se retiran del rancho y mientras van cabalgando, Fierro alaba las creaciones de Dios, en especial la mayor que le dio al hombre que es una lengua que habla. Luego deciden ir a tierras indígenas, al lugar donde estaban los caciques, pues estos trataban a los cristianos que iban por su gusto de "hermanos". Y hacia esas tierras partieron porque allí iban a tener más seguridad y pasarían menos males. Cruz y Fierro, arriando su tropilla cruzaron la frontera. Y cuando la habían pasado Cruz le dijo a Fierro que mirara su pueblo, y a este dos lágrimas le rodaron por la cara. Siguieron su rumbo y entraron al desierto. El relator concluye diciendo que no sabe si se habrán muerto y que él ha relatado a su modo: "Males que conocen todos, pero naides canto"

La vuelta

Cap. 1
El relator pide silencio porque va a demostrar que a su historia le faltaba lo mejor. Él explica que uno viene como dormido cuando vuelve del desierto, que había recibido la facultad para el canto y que tanto el pobre como el rico le han de dar la razón.

Cap. 2
Fierro, tristemente, va recordando a su familia y a su pago, y en ocasiones se tira entre los yuyos a llorar por ellos. Recuerda también que se dirige al desierto con Cruz, y llegaron a unos toldos de salvajes. Cuando estos los vieron a Cruz y a Fierro se armó un tremendo alboroto y los rodearon. Los gauchos pensaron que morirían, pero en eso llego un indio que les dijo que su salvación se la debían a un cacique, y que ellos iban a quedar cautivos. Como el indio era muy desconfiado, los pusieron separados bajo vigilancia.

Cap. 3
Fierro no pudo hablar con Cruz por dos años, pues recién al cabo de ese tiempo el cacique los dejo vivir juntos, y estos se fueron a la orilla de un pajal. Como el alimento no abundaba por más empeño que se hiciera, semejante ejercicio hacia diestro al cazador, que tenía que comer cualquier animal.


Cap. 4
Fierro explica que antes de aclarar el día, el indio empieza a aturdir la pampa con su rugir, y a veces, sin que él y Cruz sintieran nada se largaban a invadir. Cuenta que para realizar el malón, se procuran los mejores caballos y van con lanza sola, varios pares de bolas y nada más, para no fatigar al caballo. Es cruel el indio y odia al cristiano. El peso del trabajo lo deja a sus mujeres, pues ellos son ladrones, pero viven en miseria que causa horror.

Cap. 5
Cuando la invasión regresa, los indios traen miles de cabezas de vacas y yeguas y negocios enteros que han saqueado. Luego se reparten el botín con igualdad y cada indio va a su toldo. Cuando el hombre es más salvaje, trata peor a su mujer. La mujer pronta esta para servir a un desgraciado, pero tiene corazón de madre. El indio no tiene cariño a nadie ni sabe lo que es amar, y eso se refleja cuando matan a sus mujeres sin tener compasión.

Cap. 6
Paso el tiempo y ellos seguían solitarios. De los indios sanguinarios no tenían que esperar, aunque el que los salvo cuando llegaron era más hospitalario. Este les regalo dos caballos y a veces los fue a ver, aunque Fierro deseaba que jamás lo hubiera salvado. Al cabo de un tiempo, apareció la viruela negra y empezaron a morir los salvajes. Cruz y Fierro, por esto, tenía ganas de volver a sus pagos, pero como el indio que los salvo enfermo, decidieron ir a su lado a cuidarlo. Pero murió a los pocos días y Cruz también enfermo, muy grave, y antes de morir le pidió a Fierro que si volvía, busque a su hijo. Tuvo un terrible desmayo y murió.

Cap. 7
Fierro sepulto a su amigo y humedeció aquel terreno con su llanto. Escuchaba a cada rato a Cruz que lo llamaba, y no encontraba consuelo que ir al suelo al lado de su sepultura. Allí pasaba las horas pensando en su mujer, sus hijos, su pago y su amigo. Como escucho unos quejidos se aproximó a ver que era y descubrió que era una cristiana llena de sangre que un indio había herido con su rebenque.

Cap. 8
Supo después que ella llevo una comitiva de indios pampas a su partido, mataron a su marido y se la llevaron cautiva. Tenía un hijito a su lado. Cuando estos crecían, los indios lo vendían o los cambiaban por potros. Ella trabajaba para una india, pero un día la hermana de esta falleció y le echaron la culpa a ella por brujería. El indio la saco al campo y la obligo a que confiese su brujería, pero como la cautiva no dijo nada, degolló a su hijo.

Cap. 9
De ella habían sido los lamentos que Fierro escucho. Cuando el indio lo vio saco sus boleadoras y el gaucho su facón. Se miraban mutuamente, desconfiando uno del otro, hasta que el salvaje se le vino encima y le tiro las boleadoras, que solo rozaron a Fierro, quien le tiro una puñalada, pero el indio la esquivo, y el gaucho se enredó con el chiripa (boleadora indígena) y cayo. El indio se le puso encima y cuando le estaba por pegar, la mujer lo empujo quitándoselo de encima a Fierro. Siguen peleando pero el indio se resbala con el cuerpo del chiquito degollado y cae, y el gaucho aprovecha para hacerle un tajo y luego otro con el que lo mata.

Cap. 10
Se subieron, Fierro y la cautiva, a los caballos y se fueron del lugar. Luego describe la forma en que los salvajes domaban potros. Decidió ir sin rumbo. Varias veces no comieron o comieron carne cruda, y en otras con raíces se mantuvieron. Hasta que, después de mucho sufrir, alcanzaron a divisar una sierra y luego se dirigieron a una estancia, en donde se despidió de su compañera.

Cap. 11:
Al acercarse a otra estancia, se encontró con un viejo amigo. Este le conto que el juez que lo buscaba ya había muerto; le dice que ya todos sus crímenes habían quedado en el olvido y que el gobierno no lo buscaba. Fierro reflexiona que por culpa del Juez había perdido diez años, que no son pocos para quien ya llega a viejo. Se enteró que había una carrera de estancieros y se fue para ahí. Estos, después de reconocerlo le contaron que su mujer había muerto en la miseria. Y mientras tomaba unos tragos se consoló al encontrarse con sus dos únicos hijos que le cuentan sus historias.

Hijo Mayor de Martin Fierro 
Cap. 12
LA PENITENCIARIA: Cuenta su soledad y la pobreza en la que vivía. Trabajo como peón con un patrón que hacia su vida un calvario. Pero un día mataron a un boyero y lo culparon a él sin tener nada que ver, y el y dos más fueron a la cárcel. En tal terrible soledad, oye el latido de su pecho y piensa en su madre, padre y hermano. Cuenta que por más fuerte que sea el hombre, también sufre, gime, llora y calla metido en aquel infierno. Lamentaba también el no haber aprendido a leer, y sufrió mucho al ver que a otros presos los visitaban sus familias y a él nadie. En la cárcel no se permitía hablar, ni matear, ni cantar, ni fumar. Luego les pide que guarden en su memoria lo que les acaba de decir, pues sino tendrán que sufrir mucho si no creen en su verdad.

Hijo menor de Martin Fierro

Cap. 13
Cuenta que vivió diez años entre extraños, hasta que lo encontró una tía que le dio todo (cuidado, cariño, etc.) y lo nombro heredero de los bienes que tenía. Al fallecer la vieja, heredo todo, pero como era menor el Juez le confisco la herencia hasta que sea mayor. Le nombro un tutor y paso al cuidado de este. 
Cap. 14
El juez trajo a un viejo medio cimarrón (salvaje), muy renegado y muy ladrón que lo llamaban Vizcacha. Andaba rodeado de perros que eran todo su placer. Carneaba noche a noche alguna res (vaca, chancho,etc.) en el pago dejando allí el rezago, alzaba en ancas el cuero, que se lo vendía a un pulpero por yerba, tabaco y trago. Le tenía rabia a las vizcachas. -"Cuando el juez me lo nombro tutor me dijo que era un señor, me iba a enseñar a trabajar y darme la educación, pero en realidad era todo lo contrario. Vizcacha, según un amigo mío, mato a su mujer de un palazo porque le dio un mate frio. Soñaba siempre con ella y decía que ella desde el mismo infierno lo estaba llamando a gritos."-

Cap. 15
-"Solo me aconsejaba cuando estaba borracho."- Le decía que se haga amigo del juez y nunca le lleve la contra; que nadie le tenga envidia; y que si buscaba vivir tranquilo que no se case. Le aconseja que es necesario llevar armas. Luego de estos consejos se quedaba dormido por la borrachera.

Cap. 16
-"El viejo vizcacha cayó enfermo y empeoraba. Entonces le traje una curandera a ver si mejoraba. Al verlo dijo que tenía un tubérculo y no le dio mucho tiempo de vida. Vizcacha le pedía a gritos al diablo, que se lo llevara al infierno. Cuando ya no pudo hablar más, le ate una campana en la mano. Pero al poco tiempo falleció."-

Cap. 17
-"Cuando lo vi muerto, le cobre un miedo terrible. Llame al alcalde y a tres o cuatro de sus vecinos. Los vecinos le pedían a Dios que le perdone todo lo que había hecho. Sus amigos comienzan a contar las maldades que hacía, como escupir asados ajenos. Esta costumbre se la quitó un mulato desertor que le llamaban barullo, quien una noche, luego de escupir el asado Vizcacha, le largo una puñalada, pero el viejo gano la puerta y se fue."- Luego el alcalde comenzó a registrar la casa. Encontró lazos, cabrestos, coyundas, maneadores, una punta de arreadores, cinchones, maneas, torzales, una porción de bozales, un montón de tiradores, y unas cuantas cosas más. Pero las personas allí presentes empezaron a reconocer cosas, supuestamente suyas, y a llevárselas. Cuando se fueron todos, el juez le dijo al huérfano que "él iba a ser el heredero y el que se haría cargo de todo", aunque lo que había quedado eran todas porquerías.

Cap. 18
-"Al verme solo con el finado (muerto) y los perros me puse a llorar a gritos. Me saque el escapulario y se lo colgué a mi tutor. Mientras tanto, los perros, para aumentar mi miedo y mi tormento, se pusieron a llorar. Agarre lo que era mío y me fui. Después me entere que esa tarde vino un peón y lo enterró. Pero al otro día amaneció con una mano afuera, y según el enterrador, que se la había comido un perro. Por mucho tiempo no pude saber lo que me pasaba. Todas las noches soñaba con viejos, perros y guascas (latigos)."
Cap. 19
-"No volví por lo del juez, por miedo a que me nombre a otro tutor. El juez me había prometido que cuidaría de mis cosas hasta que tenga 30 años y sea mayor de edad. Viví por ahí y fui víctima del más desdichado amor con una viuda. Fui a ver a un adivino para ver si me curaba de todos esos males que me habían ocurrido, y me dijo que me habían hecho daño en un mate y me habían querido embrujar, y me paso una pluma de avestruz. Me dijo que la causante de esto había sido la viuda y que probara una receta, pero esta no curo mis males. Me dio otra pero tampoco funciono. Finalmente me dijo que le corte tres motas a un negro y que las hirviera en leche. Pero como ninguna funciono, me fui a ver al cura y este me dijo que la viuda no se podía casar porque se lo había prometido a su marido moribundo, y que entonces me aleje de la mujer. Pero el cura le dijo al juez que yo era un cabeza dura y no tenía compostura, y este me echo a la frontera"-

Cap. 20
Martin Fierro y sus dos hijos festejaban el reencuentro. En ese momento, vino un mozo forastero que venía de la frontera y les pidió la bendición. Les dijo que el nombre de Picardía era lo único que llevaba y para contar su historia a todos les pedía licencia, diciéndoles que enseguida iban a saber quien era. La gente se puso atenta y Picardía comenzó a cantar.

Picardia

Cap. 21
-" Me quede huérfano y no pude conocer a mi padre, siendo mi madre Inocencia me llamaban Picardía. Primero me llevo a su lado un hombre para cuidar las ovejas, pero todo el día eran quejas y guascazos. Luego me fui a Santa Fe buscando mejores fines, pero también me fue mal. Ya pensaba en volverme, cuando salieron unas tías que quisieron recogerme. Ellas se pasaban el día rezando, y Lugo me obligaron a mí. Yo rezaba sin dificultad todo el día pero a la noche no podía. Por culpa de una morena que me hacía tentar, rezaba pero me equivocaba. Y un día me aburrí de esos enredos y me fui."-

Cap. 22
-"Anduve, siendo pobre, de lado a lado. Pero cuando empecé a ganar plata, me tuve que volver. Cuando vine me enrolaron en la Guardia Nacional. Comenzó a trabajar en combinación con el dueño de una fonda (especie de hotel-casino), jugando cartas y peleando a la gente. Hacia trampas así los clientes se entusiasmaban o se ponían nerviosos y jugaban más. Como hacia trampa con arte y no me descubrían lo hacía en todos los juegos."-

Cap. 23
-" Un día, un vendedor ambulante napolitano se vino a jugar haciéndose el chiquito para sacarme ventaja, pero perdió todo, y se puso a llorar mientras yo me llevaba toda su mercadería. Seguí ganando, hasta que se presentó un Oficial de Partida, que era ñato (de nariz chata), que me exigió que pagara una multa porque el juego estaba prohibido y que me iba a llevar al cuartel. Dos veces nos encontramos y dos veces lo insulte. Todo se complicó, cuando intente conquistar a la mujer que le gustaba al ñato, y ahi se me declaro enemigo."
Cap. 24
-"Me escape de el en muchas oportunidades, hasta que me agarro en las elecciones, y me quiso obligar a votar por quien quería el Comite. Pero le dije que "Respeto al que me respeta, pero el naipe y la boleta nadie me la ha de tocar". En ese momento cayo la policía y fui a parar al cepo por no querer pelear."

Cap. 25
A los pocos días, hicieron citar la gente para reunir un contingente y mandar a la frontera. La mayoría eran los que no habían votado por el que la Partida quería. Llego el Comandante y comenzó a explicarles uno por uno porque los mandarían a la frontera. Luego empezaron a acumularse mas personas, y aunque sus familias lloraran y pidieran compasión, era inútil.

Cap. 26
-"Luego llego mi turno y estaba asustado. El comandante me decía que era un jugador, un vago un picaflor, y que había de ser un bandido como mi padre, a pesar de que no lo conocía. Me empeñe en averiguarlo, y me entere que era el guapo sargento Cruz. Yo conocía bien su historia y jure tener enmienda. Todo conseguí olvidar, pero el nombre de Picardia no me lo pude quitar."-

Cap. 27
-"Serví en la frontera en un cuerpo de milicia, por culpa de un ñato. Pero allí trabajaba y se hacia sacrificio, y no pagaban nada ni daban ropa. El comisario cuando venía con la paga, por "mala suerte" esta era del contingente anterior. Cuando se cansaban de alguno de nosotros, lo largaban sin ropa ni nada para que vuelva a su partido, sin darle ningún papel que acredite su servicio."-

Cap. 28
-"En la frontera lo pasaba como todos, pero cuando me eligieron asistente mejor, en cierto modo, supe hacerme lugar al lado del Ayudante. Este se la pasaba siempre leyendo porque quería recibirse de fraile, era delicado, pero jamás lo vi disgustado. La gente lo aborrecía y lo llamaba "La Bruja", aunque lo único que hacía era recibir las raciones de víveres y de vicios. Pero los milicias decían que yo y la bruja los estábamos traicionando a todos con sus raciones. Esto no era cierto, por que nosotros los traíamos, pero lo recibía el comandante, que sacaba cuanto quería. Luego pasaba al oficial de semana, al sargento, al cabo y por ultimo recién al soldado, y cuando llegan a este ya casi no quedaba ración. El vestuario era otro infierno; si lo daban, llegaba en invierno el de verano, y en verano el de invierno. Por estas razones parece que el gaucho tiene algún pecado que pagar."-

Cap. 29
Esto canto Picardia y despues guardo silencio. Mientras todos celebraban ese casual encuentro, llego tambien un moreno. Este presumía de cantor y se creía bueno, se sento y le pego un rasgido a la guitarra desafiando a Martin Fierro. Este, que siempre se halla dispuesto, tomo la guitarra y los dos comenzaron a cantar.

Cap. 30
Fierro explica que el hombre debe mostrarse cuando llegue la ocasión, hace mal en que se niegue o en que se lo rueguen; y dice que hara gemir las cuerdas hasta que las velas no ardan. Cuenta que era costumbre del cantar las noches enteras. El moreno le dice que el es un pobre guitarrero y da gracias a Dios por poder cantar con alguien que lo experimenta a el. El negro cuenta que tenía nueve hermanos, que ha vivido libre sin depender de nadie, y que sabe mucho. Explica que si tiene alguna falta al cantar que se la perdonen y que se debe escuchar al cantor, aunque sea negro, por que aprenden todos. Fierro le replica que si el sabia tanto, que le diga cuál es el canto del cielo. El moreno le dice que Dios había creado a los hombres negros y blancos, pero que no hizo dos clases distintas, pues los negros pintaban al diablo blanco, y los blancos lo pintaban de negro. Continúa y explica que los cielos lloran y cantan hasta el mayor silencio. Fierro, por su parte, dice que los negros y los blancos tienen los mismos dolores, y que le relate el canto de la tierra. El moreno, a pesar de sus pocos conocimientos, lo explico bien, y entonces Fierro le pide el canto del mar, el de la noche, de donde nace el amor, y que explique que entiende por ley. Como relata todas bien, Fierro le permite al moreno que le pregunte algo. El moreno, entonces le pregunta "¿Para que fin el Eterno ha creado la cantidad?" Fierro le dice que Dios creo solo la unidad, y que el hombre aprendió a contar. Al ver que le contesto correctamente, el moreno le pregunta para que formo Dios la medida. Fierro le contesta que la medida la invento el hombre para el bien suyo, pues Dios no tenia que medir sino la vida del hombre. Luego el moreno le pide que le diga que significa el tiempo y el peso. Fierro se lo relata bien, y le dice que si quería aprender mas cosas que se lo preguntara. El moreno le dice que ninguno debe abusar de la ignorancia de nadie, que es seguro que pierda un cantor de media talla contra otro de talla entera, que esta deprimido y triste y que solo cantaría para buscar consuelo. Cuenta que de los diez hermanos solo quedan nueve, pues el primero murió a manos de un pendenciero, que jamás encontró. Dice finalmente que si en otra ocasión payan, cantaran sobre las muertes injustas que algunos hombres cometen. Fierro le responde que por fin se había callado, que el conoció a los morenos mas peleadores, y que el no busca peleas y que las contiendas no le gustan, pero ni las sombras lo asustan ni los bultos lo menean.

Cap. 31
Luego de las palabras, los presentes los separaron y Fierro, sus hijos y Picardia montaron y se dirigieron a la costa de un arroyo. Allí pasaron toda la noche, y al amanecer meditaron, y por su estado de pobreza decidieron separarse. Antes de hacer esto, Fierro les aconsejo.

Cap. 32
Fierro los empieza a aconsejar y le dice que estos concejos, que le ha costado adquirirlos, se los da porque desea dirigirlos, pero que su ciencia no alcanza para darles la prudencia que precisan para seguirlos.

Cap. 33:
Luego se separaron todos, una para cada punto cardinal, pero hicieron una promesa: convinieron entre todos cambiarse el nombre. El relator explica que ha cumplido con su deber, pero todavía le quedan rollos por si se ofrece a dar lazo, que le permitan descansar porque en este punto (33 cantos) se planta; dice que recordemos estas palabras "En mi obra he de continuar hasta dárselas concluidas, si el ingenio o si la vida no me llegan a faltar", y que si algún día faltasen, los gauchos sentirán tristeza en el corazón y lo tendrán en su memoria para siempre. "Que nadie se ofenda si canto de este modo no es para mal de ninguno si no para bien de todos".

CONCLUSION

El gaucho en sí mismo es una buena persona, con valores dignos e intenciones de ejercer una buena influencia sobre sus hijos y las personas que lo rodean. A través de distintas situaciones a las que se tiene que enfrentar y debido a que no eran aceptados socialmente, por parte de la justicia y del gobierno, Martín Fierro se fue transformando en gaucho cantor, en gaucho malo, en desertor, en asesino, en solitario.

Estas cualidades no representaban lo que realmente el gaucho pensaba y sentía. Su accionar se vio claramente influenciado por las situaciones que tuvo que atravesar y que nunca le facilitaron el camino, siempre le fueron adversas, a tal punto que se recomendaba perseguirlos y arrestarlos.

En síntesis, el crivillo, o criollo, o guazo, o guaderio, o gaucho fueron esos naturales del país que eran de una personalidad firme y tajante peligrosamente independiente para el gusto de la época en que les tocó vivir . El profesor Avelino Herrero Mayor ha dicho que el gaucho “señoreaba como elemento cósmico cabalgando en perpetua caballería de libertad y heroísmo”. No se trató con este trabajo de volver a las costumbres del pasado sino de conocer y valorar nuestras raíces. Recuperemos sí su hombría de bien su generosidad, su patriótica entrega, su amor por el pago.


Al valorar las palabras del poema, diría que fueron escritas por un campesino al decir alquirir en lugar de adquirir ó juir por huir, pero en si la mayor parte del poema tiene un habla dicha por una persona estudiada con muchos valores. (llegaría a que la persona que lo escribió era campesino pero a la vez una persona altamente estudiada)


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